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El Caldero de la Bruja

1908-2004

Casi 100 años, 96 para ser exactos, han pasado desde que 129 mujeres se encerraron para pedir igualdad de derechos con los hombres. ¿Qué consiguieron? Morir por una causa que aún las necesita. Sí, porque 96 años después las mujeres siguen teniendo menos derechos que los hombres en materia laboral (y en otras muchas, para qué vamos a engañarnos).
Hoy en día se reconoce que ante igual trabajo, la mujer cobra mucho menos que sus compañeros varones. Eso por no hablar del esfuerzo que supone tener que demostrar todos los días que estamos igual, o incluso más, capacitadas que los hombres.
Y lo peor de todo es que esto es consecuencia de la creencia, errónea, de que la mujer es el sexo débil. ¡Ja! La mujer no es el sexo débil, es el sexo infravalorado.
Porque seamos serios. Si somos tan débiles ¿por qué resulta que los hombres se quejan en cuanto parece que les duele algo y las mujeres hemos tenido que soportar durante siglos unos dolores que los médicos, sabios ellos, pretendían que no existían? Sí, por supuesto, hablo de los dolores menstruales, negados por la medicina hasta que se nos permitió ejercerla a las mujeres.
Eso por no hablar de otros detalles incongruentes. Se considera que una mujer es peor trabajadora porque además de ejercer su labor profesional se presupone que tiene que cuidar del marido, de los hijos y de la casa. Es evidente que eso de debe a que el marido es un completo inútil, incapaz de resistir más allá de la jornada laboral. Además de un irresponsable, que se conforma con poner la semillita… ¡y el apellido! Eso que no falte. Y el muy imbécil ni siquiera tiene la absoluta seguridad de que es suyo.
Sin embargo, a mí me parece que una persona que se preocupa de tantas cosas y las hace bien, realmente tiene que ser buena trabajadora, responsable y perfectamente capaz de realizar su trabajo. Vamos, lo que durante años se ha conocido como “superwoman”. ¡Joder!, si ni siquiera superman era capaz de salvar al mundo, ligarse a la chica y escribir un artículo al mismo tiempo. Y eso que tenía superpoderes. Pero una mujer sí.
Así que, por favor, dejémonos de machismos decimonónicos. La única diferencia entre el hombre y la mujer es que nosotras estamos biológicamente capacitadas para tener hijos. Nada más. Podemos trabajar en las mismas condiciones que un hombre o incluso mejores. No hay razón, pues, para que cobremos menos. ¿O necesitamos una tercera guerra mundial para demostrar que con los hombres (y algunas mujeres) en el frente el mundo sigue girando igual de bien?
En cualquier caso, yo tengo el convencimiento de que tarde o temprano las mujeres llegaremos a gobernar el mundo. De momento ya son más las universitarias que los universitarios. Y no olvidéis que también son más las viudas que los viudos. La supervivencia del más fuerte le llaman a eso.

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