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El Caldero de la Bruja

UN ESPECTÁCULO BOCHORNOSO

Me refiero, por supuesto, a los hechos ocurridos el sábado en la manifestación de las víctimas del terrorismo. Parece mentira que haya gente tan falta de sentido común y de conciencia que aproveche un acto como ése para montar una trifulca. Sin embargo, hay algo mucho más lamentable, y son las razones de la manifestación.
Hace unas semanas, media España se conmovía ante las palabras que Pilar Manjón pronunció ante la comisión que investiga (por llamarlo de alguna manera) los resultados electorales del 14 de marzo. Pretender que investiga otra cosa es suponer demasiado, pero ésa no es la cuestión. La cuestión es que después de Pilar Manjón compareció José Antonio Alcaraz y también dijo verdades como puños. Sólo que a él nadie le hizo caso.
El presidente de la AVT, la que agrupa en su mayoría a víctimas del terrorismo nacionalista vasco, dijo cosas a las que nadie parece conceder importancia, y que sin embargo son una clara muestra del diferente rasero con el que la sociedad y los partidos políticos están tratando a unas víctimas y a otras.
Para empezar, el hecho de que las muertes de unos se engloben dentro de un conflicto político que no es tal mientras que otras se consideran fruto de un asesinato indiscriminado. ¿Qué pasaría si de buenas a primeras un grupo de musulmanes crea un partido que abogue por la devolución de Al-Andalus a los árabes y se inscribiera el atentado del 11 de marzo en el contexto de dicho conflicto territorial? La gente pensaría que nos hemos vuelto locos. Y sin embargo nadie considera una locura que se peguen tiros en la nuca o se pongan coches bomba para exigir la independencia de Euskadi.
Eso por no hablar de que en cualquier país civilizado no se consentirían los homenajes a los asesinos que se consienten en el País Vasco o los viajes que el Gobierno nacionalista paga a los familiares de los terroristas para que visiten a éstos en el cárcel. No alcanzo a imaginar el pifostio que se montaría si a alguna institución pública se le ocurriera pagar el viaje de algún familiar para que visite a los encausados por los atentados del once de marzo. No hablemos ya de homenajes o manifestaciones para abogar por su liberación en calidad de presos políticos.
Hasta donde yo sé, si son condenados lo serán por asesinato. Igual que los etarras. ¿Por qué, entonces, a las víctimas se las trata de diferente manera? ¿Por qué considerar que los familiares de las más de ochocientas víctimas mortales del terrorismo etarra no merecen el mismo trato que las del once de marzo? ¿Acaso no son igual de víctimas? ¿Acaso no han perdido también a sus seres queridos de una forma cruel a manos de unos asesinos inhumanos?
Eso es lo primero que tendrían que mirar nuestros políticos, buscar las razones de un trato diferente a personas que han sufrido el mismo mal e igualar ese trato tanto en lo que respecta a las víctimas como en lo que respecta al castigo de sus verdugos. Y por supuesto, dejar al margen todo partidismo y todo intento de sacar rentabilidad política a los asesinatos porque con esa actitud sólo consiguen igualarse moralmente con los asesinos y despreciar a las víctimas.

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