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El Caldero de la Bruja

Y YO SIN ENTERARME

Hay que fastidiarse, se tira una un par de días desconectada de la actualidad y para cuando se quiere dar cuenta descubre que en España llevamos desde el siglo XIII sufriendo atentados terroristas. Yo pensaba que los atentados que nos han dejado más de 800 víctimas mortales en los últimos treinta años los habían cometidos esos tipos que los americanos, siempre tan amigos de los eufemismos, denominan “separatistas vascos”. Y ahora resulta que no, que en realidad habían sido los “moros”, enfadados con la “Reconquista”. Y que además lo llevan haciendo durante siglos.
O eso o los españoles somos unos imbéciles redomados, incapaces de darnos cuenta de la clase de tipos a los que metemos en la Moncloa para que nos gobiernen el país. Porque ya tiene delito lo del discurso del señor Aznar, no sólo utiliza apelativos bastante despectivos para nombrar a los vecinos, sino que además manipula la historia para que se ajuste a sus deseos. Y aquí en España semejante alarde de incultura puede que invite al cachondeo, pero ese señor va a dar clase a los futuros líderes mundiales y muchos de ellos puede que no estén muy al tanto de la historia de España. Si tuviera un poquito de vergüenza, debería presentar su dimisión con efectos retroactivos, eso sí, después de explicar en el Congreso todas esas cosas que nos dejó sin explicar durante sus ocho años de gobierno y que fueron las que le costaron la derrota de su partido. Por mucho que siga sin entenderlo.
No creo que sea tan difícil de comprender para alguien medianamente inteligente que los españoles para el 11 de marzo estábamos ya bastante hartos del despotismo (no precisamente ilustrado) del señor Aznar y sus secuaces. Los atentados sólo fueron la gota que colmó un vaso ya bastante lleno de hipocresía, falta de respeto, soberbia, manipulación informativa y desdén hacía los españoles. En este país, y para nuestra desgracia, ha habido demasiados atentados para que los ciudadanos nos dejemos manipular por ellos. Somos capaces de pensar y de darnos cuenta de que preferimos la ingenuidad de un presidente que habla de paz y de lucha contra el hambre que la de un expresidente que habla de guerras preventivas y de pervertir la democracia para acabar con el terrorismo (o para robar petróleo, que nunca está una segura). Personalmente yo tengo muy clara mi decisión y los exabruptos del señor Aznar no dejan de reafirmarme en ella.
Sólo confío en que el día que declare en la comisión por los atentados del 11 de marzo no insulte a las familias como lo está haciendo últimamente con todos los españoles y que respete un poco su dolor porque da la sensación de que le importan un pimiento, casi tanto como las de los militares del Yak-42 o la de José Couso. Y si le duele la derrota electoral, que hubiera puesto soluciones antes, que era cuando tenía la oportunidad. Ahora lo único que hace es caer en el ridículo y, de paso, ridiculizarnos a todos por haberlo escogido presidente en dos ocasiones.

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