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El Caldero de la Bruja

CON LA IGLESIA HEMOS TOPADO

Y esta vez de verdad. Cada vez que la sociedad intenta hacer un esfuerzo por adaptarse a los cambios, por reconocer nuevas formas de amor o de pensamiento o de comportamiento, aparecen los poderes eclesiásticos y quienes les jalean, asegurándonos que llegará el Apocalipsis si se aprueba el divorcio, o si se legaliza al PCE o si se ofrece la posibilidad de estudiar ética en lugar de religión.
Y, es curioso, hasta ahora el Apocalipsis sólo ha llegado a Irak, y por cierto, ha sido a causa de un fanático religioso que cree que ha sido Dios y no los chanchullos de su padre los que le han puesto en la Casa Blanca. Pero eso es otra historia.
El caso es que ahora que los gays se pueden casar y que se está abriendo el debate de la financiación de la Iglesia en España, surgen voces que hablan de una nueva inquisición, laica, que pretende hacer con los católicos lo mismo que la Inquisición hizo en otros tiempos con aquellos que no creían en Dios, o con aquellos que se oponían a sus teorías y a su poder. O que las amenazaban con pruebas.
Es sorprendente que haya gente que considere inquisitorial algo tan razonable como que una institución privada se sustente con sus propios fondos. Yo no tengo porqué pagar con mis impuestos las creencias de nadie. Si alguien cree en Dios, estupendo, que financie él a la Iglesia católica, pero no que lo haga el Estado. Sobre todo porque en España no sólo pagan impuestos los católicos, también los musulmanes, los judíos, los evangelistas, hasta los cienciológos. Por no hablar de laicos y ateos. Y a ellos no se les subvenciona.
Hay quien dice que la Iglesia católica hace mucho bien. ¿Y qué? También los becarios científicos hacen mucho bien, yo diría que más, y ahí están, cobrando una miseria y sin poder salir adelante. Eso por no hablar de los maestros y profesores, que deberían estar más protegidos y nadie les hace ni puñetero caso.
Si la Iglesia católica necesita dinero estoy segura de que si rebuscan en el Banco Vaticano encontrarán algo. Y si no, que se lo pidan a esos millones de feligreses que afirman tener. Si son tan buenas personas como ellos mismos se proclaman seguro que tienen algún céntimo para ayudar a los pobres.
Yo de momento voy a seguir sin poner la crucecita de marras en la declaración de la renta, que a mi la religión católica nunca me ha dado nada. Mis valores morales los aprendí en casa y en una escuela laica.
Y si se sienten acosados, que les sirva para acordarse de todas las personas que murieron en la hoguera acusadas de brujas y herejes. Porque, que yo sepa, ahora, a lo más que se está llegando es a la crítica, no al crimen.

1 comentario

ildara -

Magnífico. Totalmente de acuerdo, como siempre. Este artículo tendría que estar en la contraportada de algún periódico.