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El Caldero de la Bruja

LA IGLESIA CONTRAATACA

Nada como una victoria de la izquierda para que la Iglesia, antaño tan poderosa, vuelva a sacar sus armas, cada día más débiles. A estas alturas, y en vista de que la excomunión ya no asusta a nadie y el infierno pasó a mejor vida, sólo les queda el recurso al pataleo, fomentando de paso los debates públicos.
Ahora, como si no lo supiéramos, claman contra el feminismo y los homosexuales y pretenden que las mujeres volvamos al hogar a criar de los niños porque es nuestra vocación, so pena de confundir nuestro sexo y levantarnos un día sin saber si somos hombres o mujeres, lesbianas o heterosexuales.
Desde hace algún tiempo considero que ser mujer y creer en cualquier religión es incompatible. Por extraño que parezca, casi todas caen en el terrible error de ignorar a esa mitad del planeta que puede tener hijos. Será por envidia cochina, porque ellos, tan listos y fuertes, tienen que recurrir a los científicos para despejar la duda de si ese niño que lleva su apellido es en realidad sangre de su sangre.
Pero, volvamos a la Inquisición, que empieza a ponerse pesada con la vuelta a los orígenes. A ver si nos enteramos de una vez: las mujeres deben ser iguales a los hombres en derechos y deberes, es cierto que pueden tener hijos, pero también podemos votar y no todos lo hacemos y el hecho de no querer hacerlo no implica que vayamos a acudir a la clínica más cercana para implantarnos un pene.(Inciso, mi ordenador considera incorrecta la palabra pene, hay que joderse con los yanquis). Que una cosa es la homosexualidad, otra la identidad sexual y otra la familia y los hijos. Que parece que tanto celibato les ha achicharrado el cerebro.
En cualquier caso, y aunque son muy libres de pensar como les dé la gana, no lo son tanto para exigir que se apliquen sus teorías, porque en este país existe un librito llamado Constitución, que defiende la igualdad de los sexos. Y si bien ese artículo no es susceptible de cambio, sí lo es ése que habla de la especial relación de España con la Iglesia católica. Al fin y al cabo yo no estoy dispuesta a financiar una Institución que tiene en la discriminación de la mujer y de los homosexuales uno se sus valores, oponiéndose precisamente a la Carta Magna.
Por cierto, que si la iglesia empieza a apelar al cristianismo de los diputados para que éstos voten en función de sus creencias religiosas, no estaría de más que éstas se hicieran públicas antes de las elecciones. Más que nada para no llevarnos una sorpresa a la hora de votar determinadas leyes. Aunque no sé yo, porque con la cantidad de católicos que pasan de los mandamientos y de las encíclicas papales sin tener que rendir cuentas ante los votantes, los que tengan que depender de los votos, pensarán más en estos que en sus creencias religiosas. Y al fin y al cabo, a pesar de lo que a algunos les gustaría, las mujeres y los homosexuales tenemos derecho al voto.

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