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El Caldero de la Bruja

Vaya mes que nos espera

Ya estamos a 11 de febrero, lo cual quiere decir que tenemos unos 15 días antes de que empiecen a bombardearnos, aun más, con la propaganda electoral.
Y es que yo entiendo que lo de vivir en una democracia está muy bien, (alguien lo definió alguna vez como el menos malo de los sistemas políticos) y que posiblemente las campañas electorales sean un precio muy bajo a pagar por la posibilidad de escoger a nuestros representantes en el Parlamento.
Sin embargo, nuestros representantes hace bastante que no son exactamente nuestros representantes sino los de sus partidos políticos. Además, reconozcámoslo, cada día resulta un poco más desagradable encontrárselos en los medios de comunicación o verles en las noticias mientras estamos comiendo. Eso por no hablar de los cabreos que nos proporciona conocer sus sueldos o escucharles cuando hacen declaraciones que no se las creen ni ellos.
Quizá por eso a mí me repatean las campañas electorales. Las veo un gasto inútil y muy poco práctico. Sí, entiendo que tengan que mostrarnos sus programas, aunque en realidad todos sepamos que son mentiras que nos cuentan para que le votemos y que no tienen la menor intención de cumplir. Por esa razón, veo mucho más lógico que en lugar de darnos tanto la brasa con los mítines y de colgar tanto cartelito, que al fin y al cabo resultan muy caros, lo que podrían hacer es enviarnos el programa por correo. Igual que han hecho con las nuevas normas de tráfico.
Sería mucho más lógico, más barato, menos cargante y más ecológico. A cada familia que le envíen los programas de todos los partidos que se presentan por su jurisdicción, si quieren que le añadan unos bolis, un mechero y una chapa y ya está. Uno se lo lee tranquilamente en su casa y luego decide. Total, por mucho que vayan a estar diciendo durante el próximo mes, ninguno va a cumplir sus promesas. Así que no veo porque les tenemos que aguantar hasta en la sopa. Especialmente teniendo en cuenta los rebotes que se pillan ellos cuando los ciudadanos optan por manifestarse. ¿Qué pasa, que nosotros tenemos que aguantarles a ellos y ellos a nosotros no? Pues que sepan que su sueldo sale de nuestros bolsillos y que cuando el pueblo se harta tiene la mala costumbre de cargarse a sus dirigentes. Que para eso tienen la culpa de todo.

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