Blogia
El Caldero de la Bruja

MI PELEA CON HACIENDA

Da la casualidad de que además de en campaña electoral, los españoles estamos ahora mismo inmersos en la campaña de la declaración de la renta. Cosas de la vida.
El caso es que recibí el otro día, junto con la nómina de la última sustitución que he hecho en correos, un papelito donde figuran mis ingresos y las retenciones correspondientes. Lo cierto es que con entender mi nombre y lo de los ingresos ya me considero satisfecha, porque el resto de la jerga económica me resulta incomprensible. En cualquier caso, decidí archivarlo con el resto de los papeles bancarios que me suelen enviar cada mes sobre el estado de mi economía.
Sin embargo, al día siguiente vi un encantador anuncio de Hacienda que hablaba de los plazos de las devoluciones rápidas. Lo que llamó mi atención fue la frase mágica: declaraciones no obligatorias. ¡Guau! Esa es la mía, me dije, yo no llego al máximo necesario. Y ahí empezó todo.
Primero busqué en internet, en la página de la Hacienda tributaria. Pero tienes que tener algún tipo de documentación que te permita usar la red para hacer la declaración. O al menos eso me pareció entender porque entre tanto tipo de formulario no logré enterarme de mucho.
Esta mañana he decidido llamar directamente a la delegación de Segovia, a ver si me informaban. Ingenua de mí, ahora resulta que no te informan, te vuelven loca. Empiezan pidiéndote que si quieres que te hablen en castellano pulses 1. Así que pulsé 1. Y a partir de ahí el caos: “si quiere recibir el impreso no sé qué, pulse 1, si quiere recibir el otro pulse 2, si quiere…Me quedé paralizada, sin saber si lo que yo quería encajaba en alguna de aquellas ofertas. Hasta que el tipo me pidió por favor que escogiera una de ellas. Pulsé 1. Ojalá no lo hubiera hecho porque el discurso que siguió fue incomprensible para mis ya machacadas neuronas. Aunque entendí, o creí entender, que para hacer la declaración, antes tenía que haber recibido una carta de hacienda informándome de ello. Y claro, yo no he recibido tal cosa. Es la primera vez en mi vida que trabajo y que cotizo y que me planteo siquiera hacer la declaración. Así que difícilmente puedo recibir semejante carta.
Pero como soy muy cabezota y además esta tarde en el periódico venía algo más de información (¿ves Jorge, para qué sirve la prensa?), he decidido volver a llamar mañana a ver si me entero de algo y puedo conseguir que me devuelvan mi dinero si efectivamente me corresponde que lo hagan.
Por el camino, eso sí, me ha dado por pensar que entre las promesas electorales podrían incluir la de una asignatura nueva, llamémosla “Vida práctica”, en la que enseñen cosas tan tontas como saber cuando y de qué manera hacer la declaración, la firma de contratos laborales, incluyendo su tipología y características de cada uno, cómo leer los contratos de compraventa de bienes o de contratación de servicios, especialmente bancarios, las facturas del agua, de la luz, del teléfono, del gas…, derechos de los consumidores, cuándo y cómo apuntarse al paro y para qué sirve. Vamos, ese tipo de cosas con la que una se da de narices cuando acaba de estudiar y se enfrenta a una realidad de la que, por alguna razón, nadie le ha hablado.
Puede que a algunos os parezca ingenuo, pero sé de bastante gente para la que eso del paro y de la seguridad social y de hacienda es un auténtico misterio. Y a mí personalmente me parece mucho más importante saber esas cosas, a las que a fin y al cabo todos vamos a enfrentarnos alguna vez, que conocer la vida y obra de los santos cristianos. Al fin y al cabo, ellos no cotizaron.

0 comentarios