EL NUEVO GOBIERNO
Ya tenemos nuevo Gobierno en España. Un nuevo Gobierno que, si hacemos caso del talante demostrado por Zapatero durante las últimas semanas va a ser muy diferente del anterior. Para empezar, el nuevo presidente suele hacer algo que Aznar no hacía muy a menudo: sonreír. Cierto es que a Zapatero la sonrisa no le queda bien, le da aspecto de ingenuo (por no decir otra cosa). Sin embargo, es preferible tener un presidente que sonría que uno que parezca que bebe vinagre.
Es curioso, pero cuando el otro día zapeaba por todas las cadenas viendo los últimos minutos de la votación, tenía una extraña sensación de irrealidad, de esto no puede estar pasando. Es una sensación que me ha perseguido desde los atentados del 11 de Marzo en Madrid y que se ha agudizado tras la victoria del PSOE. No sé si a otras personas les pasará lo mismo pero a mí me da la impresión de que a ZP todo esto le viene un poco grande, como si le hubiera pillado antes de tiempo. Y lo más extraño es que eso me gusta.
La idea de tener un presidente que parece un poco desubicado entre toda esta parafernalia de votaciones, nombramiento y juramentos es como un soplo de aire fresco después de haber tenido a un presidente más seco que el agosto del año pasado. Esa aparente ingenuidad de Zapatero me hace pensar en el calificativo que han empleado durante años con Meg Ryan: la vecina de al lado. Pues eso es lo que me parece el nuevo, presidente: el vecino de al lado, alguien con quien se puede hablar de tú a tú, el típico vecino del quinto A que siempre se muestra conciliador en las reuniones de la comunidad. Y eso, visto el clima de crispación que había dejado el Gobierno del PP es bueno. A mí, al menos, me lo parece.
Reconozco que estos cuatro años no va a ser un camino de rosas, o tal vez sí, puesto que las rosas suelen tener espinas, pero de momento yo tengo la sensación de vivir otra vez en una democracia, de que pase lo que pase en el parlamento, en él van a estar reflejados prácticamente todos los ciudadanos de este país. Y que todos ellos van a tener voz y voto a través de sus (nuestros) representantes. Y eso siempre es una victoria,
Es curioso, pero cuando el otro día zapeaba por todas las cadenas viendo los últimos minutos de la votación, tenía una extraña sensación de irrealidad, de esto no puede estar pasando. Es una sensación que me ha perseguido desde los atentados del 11 de Marzo en Madrid y que se ha agudizado tras la victoria del PSOE. No sé si a otras personas les pasará lo mismo pero a mí me da la impresión de que a ZP todo esto le viene un poco grande, como si le hubiera pillado antes de tiempo. Y lo más extraño es que eso me gusta.
La idea de tener un presidente que parece un poco desubicado entre toda esta parafernalia de votaciones, nombramiento y juramentos es como un soplo de aire fresco después de haber tenido a un presidente más seco que el agosto del año pasado. Esa aparente ingenuidad de Zapatero me hace pensar en el calificativo que han empleado durante años con Meg Ryan: la vecina de al lado. Pues eso es lo que me parece el nuevo, presidente: el vecino de al lado, alguien con quien se puede hablar de tú a tú, el típico vecino del quinto A que siempre se muestra conciliador en las reuniones de la comunidad. Y eso, visto el clima de crispación que había dejado el Gobierno del PP es bueno. A mí, al menos, me lo parece.
Reconozco que estos cuatro años no va a ser un camino de rosas, o tal vez sí, puesto que las rosas suelen tener espinas, pero de momento yo tengo la sensación de vivir otra vez en una democracia, de que pase lo que pase en el parlamento, en él van a estar reflejados prácticamente todos los ciudadanos de este país. Y que todos ellos van a tener voz y voto a través de sus (nuestros) representantes. Y eso siempre es una victoria,
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