YO NO VOTO
He decidido que no voy a votar, que no me da la gana cumplir con mis deberes de ciudadana. Hasta hace un par de días estaba decidida a leerme mi ejemplar de la Constitución Europea, ése que me regalaron con el periódico el domingo pasado, y a ejercer mi derecho al voto en función de lo que pusiera el librito de marras. A ser una buena ciudadana, vamos.
Pero el otro día vi a Bush pidiendo a los irakíes que fueran a votar y me cabreé. Ya sé que Bush no tiene nada que ver con la Unión Europea, más bien al contrario, pero es un político. El caso es que allí estaba el tipo diciendo a los irakíes que no deben tener miedo, que deben ir a votar a pesar de la que está cayendo. Y una se acuerda de que hace apenas una semana ese señor estaba tomando posesión de su cargo rodeado de policías y militares en una ciudad tomada por las fuerzas de seguridad. Por no hablar de la limusina blindada o de esa especie de urna para que al pobre no le sucediera nada, a ver si alguien le regalaba una galleta...Y todo, por si acaso.
Pero la violencia en Irak es real, no supuesta. Allí no hay día sin atentados, secuestros, asesinatos, amenazas...En Irak la gente teme por su vida porque, al contrario que antes, esta vez no saben por dónde les va a venir el golpe. Y el tipo que les ha metido en esta situación les pide que, con su voto, le saquen a él de sus problemas. Porque cuantos más irakíes voten más seguro estará Bush de que ha hecho las cosas bien y de que la invasión de Irak ha sido una decisión necesaria, cuando todos sabemos que no ha sido así. Y por supuesto, cuantos más votantes haya, más posibilidades tiene de que el Congreso le dé los 80.000 millones de dólares que ha pedido para seguir guerreando por ahí.
Cierto que esto no es Irak, que tenemos una democracia desde hace casi 30 años y que no estamos en guerra. Sin embargo, siento que mi voto también va a ser utilizado con fines partidistas, que alguien cogerá los resultados electorales y le soltará al enemigo un te lo dije o algo peor. Y estoy harta, estoy hasta las narices de que los ciudadanos de este país sólo seamos objeto de atención cuando se persiga nuestro voto o nuestros impuestos.
Llevamos una semana oyendo las discusiones de patio de colegio de nuestros políticos, sus y tú más como si lo único importante fueran ellos cuando a lo que tienen que prestar atención es a los ciudadanos que ya no saben a quien encomendarse. Mientras las víctimas del terrorismo se consideran olvidadas de todos, el resto nos preguntamos si llegaremos a final de año viviendo en España o en un estado federal de países asociados y teniendo que enseñar el pasaporte para veranear en la casa de los abuelos. Y mientras, los políticos a lo suyo: que no te ajunto, que me voy a chivar, que no has hecho los deberes, y que tú más. Pero eso sí, pidiéndonos el voto porque luego tienen que quedar bien delante de sus amigos europeos: Mirad que obedientes los ciudadanos españoles, que bien votan y cómo nos hacen el juego. No sé el resto de los ciudadanos, pero yo es así como me siento, como los negros de la literatura, esos que escriben el libro para ver como otro se lleva el mérito. Y no me da la gana, no mientras los políticos españoles sigan sin ver más allá de sus narices, preocupándose sólo de la rentabilidad electoral de sus reacciones, de sus actos, de sus palabras o de su corbata. Conmigo que no cuenten para los votos igual que no cuentan para las cosas que de verdad nos preocupan a los demás. Yo también tengo mejores cosas en las que perder el tiempo. Por ejemplo, leyendo el último libro de Saramago.