FUNERAL DE ESTADO
Esta mañana he estado viendo el funeral de Estado por las víctimas del atentado de Madrid. No sé si ha sido por curiosidad, por morbo o por sentir que en cierto modo era mi obligación moral. El caso es que allí estaba yo delante de la tele intercambiando comentarios con mi madre. Comentarios y preguntas, muchas preguntas.
Para empezar, alguien me puede explicar por qué en un país constitucionalmente laico como es el nuestro un funeral de Estado tiene que ser católico. Y más aun teniendo en cuenta que parte de las personas a las que se homenajeaba con dicho acto no sólo no eran católicas, sino que profesaban otras confesiones religiosas. ¿Por qué no se ha celebrado un funeral ecuménico, mucho más acorde con las circunstancias?
Por otro lado, si se estaba homenajeando a las víctimas, ¿por qué no se ha elegido un recinto más grande en el que hubiera sitio para todos los familiares en lugar de reducirlos a cinco por fallecido? Me parece una aberración, un gesto inhumano, que esas personas, rotas de dolor por el brutal asesinato de sus familiares, hayan tenido que decidir en el seno de su propia familia quien iría al funeral. Me parece indignante.
Sin embargo, hay otra pregunta que creo que no dejaré de hacerme nunca. Mucha gente se ha cuestionado estos días si sirve de algo ir a las manifestaciones de repulsa. Evidentemente no se puede conseguir lo que todos deseamos, que es devolver la vida a aquéllos a los que se la han arrebatado tan salvajemente. Pero supongo que servirá para decirles a las víctimas que estamos con ellos, que sentimos su dolor. Y para demostrarnos a nosotros mismos que a pesar de todo sigue habiendo personas en el mundo, que no todos son monstruos y que entre todos venceremos al terrorismo.
Y es al hilo de esta justificación cuando yo me planteo si las palabras que pronunciaba esta mañana Rouco Varela sirven de algo. Si hablar de Jesús y de resurrección y de la otra vida realmente sirve de consuelo a quien acaba de perder tan brutalmente a una hermana, a un hijo, a una esposa, a un marido
He dejado claro en más de una ocasión en estas páginas que no soy religiosa y que en cierto modo reniego de todas esas cuestiones, así que no sé si realmente sirve para algo tener fe o no. La verdad es que tengo mis dudas porque siempre he pensado que si Dios fuera tan estupendo como nos le quieren vender no permitiría estos atentados, no permitiría la muerte de gente inocente. Y por eso me preguntaba yo esta mañana qué pensarían de Dios todas aquellas personas a las que nadie les devolverá a sus seres queridos. Me he preguntado si en realidad no preferirían seguir teniendo a su lado al hermano, al marido, a la madre, al padre, a la esposa en lugar de seguir esforzándose por tener fe. Una fe que quizá no era la misma para todos y que en el fondo tal vez sea la causa de que todos estuvieran allí.